Tesoro escondido: los espléndidos ramos del taller floral

Chenonceau honra la tradición floral de la época de componer ramos de flores para cada estancia y cada ocasión. Siglos más tarde, todavía es posible admirar las múltiples composiciones que decoran las salas gracias a la maestría del taller floral del castillo.  
 
He aquí un cesto campestre, ahí una cascada de lilas y, un poco más allá, una composición de mimosas y camelias que inunda la estancia con sus aromas: los floristas dan rienda suelta a su creatividad para hacer justicia a la belleza del castillo. El diseño floral de los ramos que decoran el castillo depende del taller floral ubicado en el patio de la granja del s. XVI. Chenonceau es el único castillo de Francia que cuenta con su propio taller floral. El equipo renueva las flores dos veces por semana, lo que supone un total de 200 ramos semanales. Por suerte, cuenta con un cultivo de flores de más de una hectárea para poder aprovisionarse con flores frescas. Los artistas, entre los que se cuenta un Meilleur Ouvrier de France, crean una auténtica escenografía diseminando gigantescos ramos en función de las dimensiones de las salas y la programación del castillo.

Este arte alcanza sus máximas cotas creativas durante el periodo navideño, cuando tiene lugar un auténtico festival vegetal en torno a un tema específico. Este evento se prepara con casi tres meses de antelación para engalanar todas las estancias del castillo. Originales abetos, mesas festivas y espléndidos ramos: Chenonceau recupera entonces toda la magia de las fiestas del pasado.   
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