No te puedes perder... las colecciones de todos los estilos de Valençay
A Charles-Maurice de Talleyrand le gustaba darse a los placeres y vivir bien. Dejaría en Valençay una preciosa colección de muebles, mármoles, pinturas y objetos preciosos que demuestran su gusto por las cosas bonitas.
Talleyrand fue un coleccionista de gustos variados que dejó en Valençay una colección remarcable. Mobiliario, pintura, estatuas, objetos históricos… el castillo expone sus obras desde el estilo Luis XV al de la Restauración. El Gran Salón y el Salón Azul contienen un suntuoso mobiliario, donde destaca el escritorio de época Luis XVI con motivos dorados… ¡una pura maravilla! Las habitaciones también encierran piezas únicas. Por ejemplo, el gabinete de aseo con su impresionante bañera de cobre del s. XIX o la silla bidé de estilo Regencia. Aquí y allá encontraremos pequeños tesoros: una estatua de Hebe de mármol realizada por Antonio Canova en el comedor, un harpa de madera verde y dorada de 1818 en el Salón de Música, o un curioso «sillón con fuelles» al que Talleyrand tenía especial cariño.
Todo en Valençay refleja la elegancia y la vida lujosa del dueño de la casa, incluso las cocinas, que demuestran su gran pasión por la gastronomía, que dejaba en manos de su fiel cocinero: el gran chef Antonin Carême. No resulta difícil imaginarse las grandes recepciones que tuvieron lugar entre tanta belleza.
Talleyrand fue un coleccionista de gustos variados que dejó en Valençay una colección remarcable. Mobiliario, pintura, estatuas, objetos históricos… el castillo expone sus obras desde el estilo Luis XV al de la Restauración. El Gran Salón y el Salón Azul contienen un suntuoso mobiliario, donde destaca el escritorio de época Luis XVI con motivos dorados… ¡una pura maravilla! Las habitaciones también encierran piezas únicas. Por ejemplo, el gabinete de aseo con su impresionante bañera de cobre del s. XIX o la silla bidé de estilo Regencia. Aquí y allá encontraremos pequeños tesoros: una estatua de Hebe de mármol realizada por Antonio Canova en el comedor, un harpa de madera verde y dorada de 1818 en el Salón de Música, o un curioso «sillón con fuelles» al que Talleyrand tenía especial cariño.
Todo en Valençay refleja la elegancia y la vida lujosa del dueño de la casa, incluso las cocinas, que demuestran su gran pasión por la gastronomía, que dejaba en manos de su fiel cocinero: el gran chef Antonin Carême. No resulta difícil imaginarse las grandes recepciones que tuvieron lugar entre tanta belleza.
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