Insólito: El matrimonio de la paz
Con una escenografía de luz y sonido, el castillo ha recreado una escena crucial de la historia de Francia: el enlace entre Carlos VIII de Francia y Ana de Bretaña. Esta unión anexionó Bretaña al reino de Francia y marcó el destino de la que fue dos veces reina de Francia.
En aquellos tiempos, eran raros los matrimonios por amor y este se concluyó por cuestiones territoriales. El 6 de diciembre de 1491, en el castillo de Langeais, el rey Carlos VIII contrajo matrimonio con la duquesa Ana de Bretaña, haciendo constar así la anexión de Bretaña al reino de Francia. Ana heredó el ducado bretón de su difunto padre, el duque Francisco II de Bretaña, con tan solo 11 años. Casarse con ella se convirtió entonces en una meta fundamental y el primero en conseguirlo sería Maximiliano I de Austria. El futuro emperador romano germánico contrajo matrimonio con Ana por poderes y desató la cólera militar de Carlos VIII de Francia que envió sus tropas a Bretaña. Maximiliano no intervino, renunciando así a la joven duquesa que se vio obligada a contraer matrimonio con el rey de Francia cuando tenía 14 años. Como el papa no había anulado aún el matrimonio anterior, el enlace se organizó a escondidas en el Castillo de Langeais, que tenía fama de ser discreto.
El contrato que les unía carecía de romanticismo: la duquesa de Bretaña entregaba a su marido el ducado y se comprometía a contraer matrimonio con su sucesor en caso de que el rey falleciera sin heredero varón. Ana dio a luz a seis hijos pero ninguno sobrevivió y el destino se llevó también a su marido que falleció tras golpearse la cabeza con un dintel de piedra. Ana tuvo entonces que contraer matrimonio con el heredero al trono Luis XII de Francia que, estando ya casado, anuló su matrimonio para conservar el valioso ducado de Bretaña. Fue así como Ana se convirtió en reina de Francia por segunda vez y fue así como Bretaña se convirtió, con el paso del tiempo, en una provincia francesa.
En aquellos tiempos, eran raros los matrimonios por amor y este se concluyó por cuestiones territoriales. El 6 de diciembre de 1491, en el castillo de Langeais, el rey Carlos VIII contrajo matrimonio con la duquesa Ana de Bretaña, haciendo constar así la anexión de Bretaña al reino de Francia. Ana heredó el ducado bretón de su difunto padre, el duque Francisco II de Bretaña, con tan solo 11 años. Casarse con ella se convirtió entonces en una meta fundamental y el primero en conseguirlo sería Maximiliano I de Austria. El futuro emperador romano germánico contrajo matrimonio con Ana por poderes y desató la cólera militar de Carlos VIII de Francia que envió sus tropas a Bretaña. Maximiliano no intervino, renunciando así a la joven duquesa que se vio obligada a contraer matrimonio con el rey de Francia cuando tenía 14 años. Como el papa no había anulado aún el matrimonio anterior, el enlace se organizó a escondidas en el Castillo de Langeais, que tenía fama de ser discreto.
El contrato que les unía carecía de romanticismo: la duquesa de Bretaña entregaba a su marido el ducado y se comprometía a contraer matrimonio con su sucesor en caso de que el rey falleciera sin heredero varón. Ana dio a luz a seis hijos pero ninguno sobrevivió y el destino se llevó también a su marido que falleció tras golpearse la cabeza con un dintel de piedra. Ana tuvo entonces que contraer matrimonio con el heredero al trono Luis XII de Francia que, estando ya casado, anuló su matrimonio para conservar el valioso ducado de Bretaña. Fue así como Ana se convirtió en reina de Francia por segunda vez y fue así como Bretaña se convirtió, con el paso del tiempo, en una provincia francesa.
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